Sucede que como parte de la lista de útiles que le encargaron --y compramos-- a Ío, viene un estuche de acuarelas. Éste, como muchos otros materiales, incluidos los libros sobre los que no se trabaja en casa, permanecen en el aula de clases; sin embargo, ella no ha dejado el famoso estuche de acuarelas allá, porque "no ha visto en qué parte se colocan". Ya las pastillas se despegaron de su lugar y andan jugándose al interior de la cajita, entonces hoy le dije:
--Ío, mañana dejas las acuarelas en el salón
--Vamos a ver (porque); primero tengo que pensar en mi trabajo. Okey?
Así que no tuve respuesta y debí resignarme. Claro, a ver si no después hasta rotas resultan las famosas pastillas de acuarela y se queda sin "lo segundo".
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