06 marzo, 2009

Coraline

Hoy fuimos al cine.


Y no terminamos de ver la función.

La película se llama Coraline, y está basada en el libro de Neil Gaiman, que no estaría por demás leer, pues la trama es realmente interesante: un mundo alterno; además trata la añeja temática del viaje a través de extraños mundos. Si bien no Coraline no es un Odiseo, sí se asemeja mucho al viaje ¿imaginario? o fantástico de Chihiro: un periplo a un lugar en apariencia cotidiano pero con personajes extraños, fuera de los seres del mismo mundo posible.

Como han dicho algunos, la historia de Coraline también guarda estrecha relación con Alicia en el País de las Maravillas, pues los personajes a encontrar son extraños y hasta cierto punto extravagantes.

¿Cuál fue entonces el motivo para abandonar la sala de cine?

El enfoque desde el cual se trata el viaje a otro universo está cargado de escenas terroríficas, o por lo menos atípicas, desorbitadas. Además la descripción gráfica de los personajes no fue la apta para Ío y Bruno: demasiado explícita en cuanto a los detalles del cuerpo humano cuando es desproporcionado y de cierta edad.

Pero así es el terror aunque sea infantil. Pero hasta para ver este tipo de películas se requiere educación: estar acostumbrados a conocer historias que no son del todo agradables, y tener la suficiente experiencia para soportar una escena surrealista de un teatro lleno de perros Scotch Terrier (como si fuera uno solo pero multiplicado) observando y aullando ante una opereta protagonizada por dos ancianas deformes.

El colmo de lo tremebundo es la idea de ese otro mundo donde los personajes en vez de ojos tienen botones, lo cual crea unos rostros estrambóticos. Y, no contentos con estas caras de zombie, existe un abuso en los "primeros planos" de esa otra madre que habita en el mundo alterno.



La escena que nos salimos era realmente insoportable: Coraline se topa con unos niños o más bien el alma, los fantasmas de unos niños que cayeron en la trampa y se dejaron cambiar los ojos humanos por los de botón.

Aunque quisiera no podría contar el final. Sólo reconocer que la animación es de primera, como lo es seguramente la historia (estamos buscando el libro para leerlo los adultos), pero la clasificación ¡definitivamente no debe ser A!

Y, como muchas historias, tiene su mensaje. Desgraciadamente, de acuerdo con mi interpretación, dicho mensaje está asociado a los tiempos de inseguridad que actualmente vivimos. A mí me aterrorizó pero no por la historia en sí, sino por los paralelismos con esta realidad y las consecuentes connotaciones.

Ya ustedes véanla y luego platicamos.